
El pasillo a la vergüenza
El fútbol argentino atraviesa un momento de tensión y desconcierto, atr...
El fútbol argentino atraviesa un momento de tensión y desconcierto, atrapado entre las disputas de poder que se juegan fuera de la cancha. Lo que alguna vez fue un deporte en el que las jugadas astutas y la picardía de los jugadores se imponían, hoy parece haber cedido su lugar a las decisiones tomadas en escritorios, donde la trampa se confunde con la estrategia y el fútbol, en su esencia, sufre las consecuencias.
El jueves pasado, una polémica decisión tomada en las oficinas de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) reavivó el debate sobre la transparencia del torneo. Rosario Central, que hasta ese momento había quedado segundo en la tabla, se coronó campeón de la Liga Profesional gracias a un cambio en las reglas sobre la clasificación, un título otorgado sin que el equipo haya alcanzado el primer puesto en el campo de juego. Esta situación no es aislada; el fútbol argentino ha sido testigo de cambios en los formatos de competencia, suspensiones de descensos, y reglamentaciones que se modifican sobre la marcha, alterando la esencia misma de la competencia. El fútbol, que en su mejor versión es simple y claro, ahora se convierte en un rompecabezas de decisiones que cambian las reglas del juego mientras el torneo está en curso.
Este tipo de maniobras administrativas también se ha trasladado a otras situaciones recientes. Hace menos de dos semanas, la AFA suspendió al técnico de Morón, Walter Otta, por unas declaraciones «presuntas» que jamás fueron confirmadas, impidiéndole dirigir a su equipo en la final ante Deportivo Madryn. Más tarde, en un acto que muchos consideraron humillante, los jugadores de Estudiantes de La Plata fueron obligados a rendir homenaje a un título que nunca fue ganado en la cancha. La orden vino de las oficinas, no del vestuario, y los futbolistas tuvieron que cumplir, de espaldas, ante la mirada atónita de quienes siguen el fútbol con pasión y honestidad.
El problema no reside solamente en la cancha, sino en los pasillos de la AFA, donde las decisiones se toman entre directores y dirigentes, y donde los verdaderos protagonistas parecen perder protagonismo. La disputa entre Juan Sebastián Verón y Pablo Toviggino, quienes se disputan la influencia dentro de la Asociación, ha dejado al fútbol argentino en una posición delicada. Los cambios de última hora, las decisiones opacas y el ambiente de incertidumbre solo contribuyen a un clima de desconfianza generalizada.
Esta opacidad institucional también se refleja en la relación con los árbitros y en la polémica del VAR, que ha generado más dudas que certezas. El escándalo tras el empate entre San Lorenzo y Central Córdoba no fue solo una cuestión de jugadas polémicas o decisiones discutibles, sino una expresión del caos organizativo en el que se encuentra el fútbol argentino. El debate sobre los árbitros y los asistentes del VAR ha dejado de ser solo un tema de conversación en las gradas; ahora es una cuestión de manipulación política y deportiva que afecta la integridad misma de los torneos.
A esto se suma un fenómeno extraño: la figura del «entrenador-panelista», quien aprovecha su lugar en los medios para hacer pronósticos y acusaciones sobre arreglos arbitrales, a la vez que defiende un sistema que beneficia a aquellos a quienes critica. Este doble discurso se ha convertido en otra trampa en un escenario de fútbol que, como nunca antes, se juega en los escritorios, no en la cancha.
La crisis de la AFA no solo afecta a los directivos actuales, sino que pone en jaque a todo el modelo de asociaciones sin fines de lucro que ha sido la columna vertebral del fútbol argentino. El caos administrativo, las decisiones arbitrarias y los manejos oscuros atentan contra el futuro de los clubes, de los jugadores y, sobre todo, de los hinchas que siguen al fútbol con pasión y que ahora sienten que el juego ha dejado de serlo.
El fútbol, como cualquier otro deporte, necesita reglas claras, justicia deportiva y, sobre todo, la oportunidad de que los jugadores sean los verdaderos protagonistas. Pero en el clima actual, donde las decisiones se toman entre oficinas y no en el campo de juego, el futuro del fútbol argentino parece cada vez más incierto.
Fuente: https://www.semanarioextra.com.ar/el-pasillo-a-la-verguenza/